Al principio a los romanos no les gustaba el vino y preferían la cerveza o hidromiel que producían los bárbaros galos, hasta que adquirieron el primer libro sobre la elaboración del vino gracias al saqueo de Cartago 146 a. C.
Los romanos, al igual que los griegos, disfrutaban de fiestas donde se celebraban debates filosóficos y lecturas de poesía. La diferencia en estas fiestas era que los romanos tendían a emborracharse mucho.
El vino no era solo para divertirse, sino también tuvo un papel importante en los rituales religiosos que se conservaron hasta en las tradiciones católicas, nadie puede decir a qué sabía el vino romano, pero al igual que con los griegos, podemos hacernos una idea por el sabor del vino elaborado con las variedades de uva supervivientes.
Cuando el Imperio Romano cayó en el año 476 d. C., Europa Occidental pasó a la Edad Media y la elaboración del vino se mantuvo viva gracias a la Iglesia Católica Romana.
Desde la edad media las técnicas de elaboración de vino han avanzado progresivamente con respecto a los avances de la ciencia, sin embargo, algunos productores han conservado procesos tradicionales de producción como el de pisar las uvas.